Veggie Boogie Salir del modo de lector

MAGDALENAS DE CHOCOLATE VEGANAS

Las magdalenas caseras, también conocidas como muffins, son perfectas para desayunar o merendar si tienes ganas de un dulce saludable. Su aporte calórico es bastante inferior al tradicional o a las industriales y además son mucho más naturales puesto que las hemos cocinado únicamente con ingredientes de procedencia ecológica (aunque esto es opcional). Hace un tiempo me regalaron unas cápsulas con motivos florales que tenía muchas ganas de utilizar, así que esta mañana lluviosa y fría era la idónea para estrenarlas. Estas magdalenas de chocolate, plátano, pasas y avena son veganas (no incluyen ningún ingrediente de procedencia animal) y por lo tanto también son aptas para intolerantes a la lactosa. La elaboración es muy sencilla y puedes alterar un poco los ingredientes a tu gusto.  Una vez frías guárdalas en un recipiente hermético para que no pierdan su textura esponjosa y tierna y consúmelas en 3-4 días. Yo las he acompañado de un té de especias de Jordania a media mañana y ha sido todo un acierto 😉


INGREDIENTES PARA 18 magdalenas pequeñas


En un recipiente amplio bate el aceite, el azúcar y la panela. Seguidamente añade el puré de plátano, el cacao, la canela, el jengibre y los copos de avena y mezcla bien hasta integrar todos los ingredientes. Incorpora después las pasas, las nueces troceadas y vuelve a mezclar. El siguiente ingrediente será la harina mezclada con el sobre de levadura y tamizada y por último el vaso de leche de arroz. Cuando tu mezcla tenga un aspecto denso y homogéneo, cubre con papel film y refrigera en la nevera durante 30 minutos. Pasado este tiempo saca de la nevera y ves colocando la masa en tu recipiente para muffins (puedes engrasar directamente el molde o colocar dentro las cápsulas como he hecho yo).  Precalienta el horno a 150º con calor por arriba y abajo. Decora al gusto con los toppings elegidos y hornea durante 20 minutos aproximadamente. Como cada horno es distinto yo te aconsejo que vayas revisándolas (sin abrir la puerta del horno) y que tengas cuidado de que la superficie no se dore demasiado porque una vez frías la parte superior se endurece un poco.

Sácalas del horno y deja que enfríen en una rejilla. Cuándo estén frías ya están listas para consumirlas, puedes acompañarlas con té, café, frutas o comértelas solas sin más, el sabor es delicioso, dulce pero nada empalagoso y con una textura muy esponjosa.