Esta receta la tengo guardada desde hace tiempo, el pesto es una salsa muy fácil de elaborar, con un sabor muy especial e intenso y perfecta para acompañar con pasta, en ensaladas, en tostas o con cualquier otra combinación que se te ocurra. La receta original genovesa está hecha con piñones, pero teniendo en cuenta que son bastante caros, yo he realizado una versión con nueces y anacardos que está para chuparse los dedos y que va a resultarte mucho más económica. Debes hacerte con una buena albahaca fresca y disponer de 15 minutos para preparar esta deliciosa salsa. ¿te animas?
INGREDIENTES
- 1 puñado de albahaca fresca silvestre (200 gr)
- 100 gr de anacardos crudos
- 100 gr de nueces peladas
- 2 dientes de ajo
- Aceite de oliva virgen extra
- 50 gr queso padano
- sal al gusto
(*A mi me gusta el pesto con tropezones y con bastante cantidad de frutos secos, si prefieres obtener una salsa más liviana y menos pastosa, utiliza más albahaca y menos frutos secos y ves añadiendo el aceite poco a poco hasta conseguir la consistencia deseada).
En primer lugar vierte los anacardos crudos en una bandeja apta para el horno y hornea durante 10 minutos a 170º (o hasta que estén dorados, debes revisarlos para que no se quemen, cada horno necesitará más o menos tiempo), una vez tostados retíralos de la bandeja y deja que se enfríen. Mezcla las nueces y anacardos en la picadora y tritura durante 30 segundos, añade las hojas de albahaca, un par de cucharadas generosas de aceite de oliva, el ajo y una pizca de sal. Sigue triturando hasta conseguir una mezcla pastosa, incorpora el queso padano troceado y sigue triturando. Depende de la consistencia que busques, puedes agregar más aceite o incluso un poco de agua para rebajar la salsa, te aconsejo ir probando para añadir más sal o queso si lo crees conveniente.
Si no tienes picadora puedes hacerlo con un mortero (este es el procedimiento tradicional, de hecho la palabra “pesto” significa “machacar”), moler bien los ingredientes y luego pasar la mezcla por la batidora para conseguir una textura más cremosa. Introduce la salsa en un frasco con tapa y guárdalo en la nevera. Para conservarla adecuadamente (ya que el queso se oxida) cubre la superficie con una cucharada de aceite de oliva y consúmela en los próximos 2-3 días.
Yo he disfrutado de mi pesto con un plato de pasta integral. Como me quedó muy compacto (perfecto para tostas a modo de paté) para mis espaguetis lo rebajé con un poco de leche de avena y un poco más de aceite de oliva. Además del pesto, espolvoreé orégano silvestre y queso padano rallado y decoré con medias nueces. ¡Una delicia!
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